
Era sabido que los economistas solo acertaban cuando pronosticaban el pasado, pero hoy en día ya ni eso. A muchos de ellos les ha dado ahora por modificar el pasado a su conveniencia para vaticinar que el presente es el resultado de ese ayer imaginario que nos endilgan como real. En palabras del economista Paul Krugman:
George Santayana comentó acertadamente que “quienes no recuerdan el pasado están condenados a repetirlo”. Lo que no señaló fue que algunas personas quieren repetir el pasado; y que a esa gente le interesa asegurarse de que no recordemos lo que pasó, o que lo recordemos de un modo erróneo.
Otro economista estadounidense, John Kenneth Galbraith, señalaba que “la única función de las previsiones económicas es hacer que la astrología parezca una ciencia respetable”. Y un economista español, Fernando Trías de Bes, sostenía hace poco con lógica implacable: “Cada vez que un economista pronostica qué pasará, está estafándote”.
Sin embargo, el reiterado ―y predecible― fracaso de sus predicciones no hace mella en los economistas y en los prestigiosos organismos que los emplean en acreditadas siglas como OCDE o FMI, que siguen audazmente erre que erre, errando sin rubor alguno. Puede que esto tenga que ver con un hecho que resaltaba otro economista español, Joaquín Estefanía:
Ninguno de los economistas que fallaron en su pronóstico y en sus recomendaciones de política económica ―esto es, fracasaron― ha sido despedido por incompetente, ni ningún departamento de Economía ha sido clausurado por sus errores ni como medida de reducción del gasto público o privado, como ha sucedido en tantos otros sectores productivos o intelectuales.

Estefanía, por cierto, también es periodista. Lo que me lleva a las imágenes que ilustran y motivan esta entrada. Con la contundencia que caracteriza las afirmaciones incontrovertibles, dos de los mayores diarios de difusión nacional especializados en economía han dedicado la ¿noticia? principal de su portada en la última semana de 2015 a hacer pronósticos. El Economista, aunque sin concretar demasiado, se jacta de saber que
«La incertidumbre se llevará hasta un punto del PIB en 2016»
Y así se lo comunica a los lectores que han pagado 1,80 euros por estar tan bien informados, a los que hasta obsequia con un “artículo del director” sobre el asunto. Expansión, que por algo es el líder del sector, alardea de un conocimiento muy exacto ―con una precisión de una décima― de lo que sucederá en el entrañable mercado de la vivienda:
«El precio de los pisos subirá un 6,6% en 2016»
Un exhaustivo informe, con editorial incluido, documenta la profecía, al alcance de cualquiera por tan solo 1,90 euros.
29 DE DICIEMBRE DE 2015