Bueno, en principio, para un lego en la materia como el que suscribe, se puede considerar que hay una contradicción entre el superdescuento del 70%, propio de una crisis de ventas, y el cartel de “se necesita dependienta”, indicio de que las cosas no van tan mal para el comerciante como parece. Claro que falta por conocer las condiciones económicas y laborales de las que gozará la afortunada, así como las correspondientes formas de pago. Y quizá ―solo quizá― ninguna de ellas va a ser nada de fiar en absoluto, vistos los otros elementos del conjunto: esos tres grandes TODO TODO TODO sobre el no menos colosal -70% y ese, en comparación, diminuto EXCEPTO TEMPORADA. ¡Ah!, a no ser que dicho “excepto temporada” se refiera al otro cartel, “se necesita dependienta”, este sí de su mismo tamaño ―aunque, ojo, de distinto color, ahora negro en vez de rojo―, lo que apuntaría al típico puesto temporal para la época de rebajas ―¿un trabajo en negro?, ¿un sitio en el que hay que trabajar como un negro?―. No sé, no sé (porque no me creo que lo del “-70%” afecte a “se necesita dependienta”, pero vete tú a saber ―y si lo hiciera, cómo sería: ¿una dependienta extremadamente bajita?, ¿por qué?, ¿qué cualidades específicas para el trabajo en un comercio de moda podría suponer ese detalle frente a una mujer de estatura normal?, ¿es posible que la bajísima talla guarde relación con el ego de determinados clientes no muy altos, que así podrían mirarla por encima del hombro?, o, cambiando de enfoque, ¿estamos hablando de una micronómina de supercrisis?―). Es un asunto ciertamente complejo. Voy a releerme la entrada “excepción” del Diccionario del diablo, por si me refresca un poco las meninges.