Si hay una serie pródiga en frases redondas, al menos en las dos primeras temporadas, esa es House of Cards. La que titula esta entrada corresponde a su protagonista, el ya vicepresidente de Estados Unidos Frank Underwood (Kevin Spacey), un político amoral, ambicioso y egoísta, dispuesto a cualquier cosa ―también al asesinato― con tal de escalar un peldaño en la pirámide del poder. Y, sin embargo, qué fascinación puede ejercer su falta de escrúpulos, sus retorcidos planes; cómo nos seduce con esa expresión cómplice marca de la casa que atraviesa la cuarta paled y nos pone a su nivel.
¿Por qué nos interesa la ficción de ese político maquiavélico y brutal y en cambio nos repelen hasta la náusea los políticos ladrones y marrulleros que medran por nuestra realidad? Algunas sentencias de Underwood sobre el poder y el dinero lo explican por sí solas. Antes de reproducirlas quiero recalcar que en Internet hay unos cuantos sitios que recopilan máximas de la serie, aunque, como suele suceder, se adivina una fuente de la que todos han copiado, y no son precisamente los episodios, pues todos repiten lo mismo. Sin embargo, Cita a las Diez demuestra una vez más su originalidad con una frase que nadie había reproducido por escrito hasta ahora ―salvo, si acaso, la guionista―. Y que, estoy seguro, se reproducirá a partir de ahora sin citar la fuente. Aclarado este importantísimo punto, empezaremos por una irresistible segunda cita del propio Underwood.
Todo se trata de sexo, excepto el sexo. El sexo trata del poder (Oscar Wilde).
Y seguiremos con otras tres del protagonista de House of Cards.
El poder se parece mucho a un inmueble. Todo es ubicación, ubicación, ubicación. Mientras más cerca estés de la fuente, mayor será el valor de tu propiedad.
Qué desperdicio de talento. Eligió el dinero en vez del poder, un error que casi todos cometen. Dinero es la gran mansión en Sarasota que empieza a derrumbarse al cabo de diez años. Poder es el viejo edificio de roca que resiste durante siglos.
“Él no mide su riqueza en aviones privados, sino en almas compradas”
Tusk [acaudalado empresario al que se enfrenta Underwood] entiende la diferencia entre dinero y poder. Eso es precisamente lo que lo hace peligroso. Él no mide su riqueza en aviones privados, sino en almas compradas.
Con permiso de Spacey, el guionista, dramaturgo y productor estadounidense Beau Willimon es el alma (showrunner, en inglés) de House of Cards, que adapta una miniserie británica homónima de 1990 basada en una novela de Michael Dobbs. La primera temporada la estrenó Netflix en 2013. La cita del título, escrita por Willimon, está en el capítulo 4 de la segunda temporada.
Para terminar, volvamos a los insobornables principios de originalidad de Cita a las Diez con dos frases de Pack Beauregard (Beau) Willimon, que firma más de la mitad de los guiones de las dos primeras temporadas, tomadas de una entrevista de la CNN:
El dinero es finito, está limitado por una cantidad y por lo que puedes comprar con él. El poder no tiene límites si estás dispuesto a llegar lo suficientemente lejos para obtener lo máximo posible.
En la historia de la humanidad han rodado muchas cabezas para que la gente ascienda al trono.
16 DE DICIEMBRE DE 2014