“Puedo proporcionarle esta suma ―le dijo―, pero como sé que usted no se sentiría tranquila hasta no resarcirme la deuda, no querría yo abrumarla con nuevos quebraderos de cabeza”
No fue un banquero ilustrado, sino el escritor moscovita Aleksandr Pushkin el autor de esta retorcida a la par que elegante frase, que figura en el relato ‘La dama de picas’.